viernes, 11 de mayo de 2012

Decrezcamos para vivir mejor


Visto lo visto, o cambiamos radicalmente de modelo o esto se va al garete más temprano que tarde. Si algo ha evidenciado la actual crisis económica es que supeditar el bienestar de la sociedad a la irracional obcecación por un desmedido crecimiento, conlleva al suicidio civilizatorio.

Europa se ha encaminado hacia una espiral autodestructiva debido a la fijación de la draconiana austeridad. Transcurridos unos meses desde que la canciller Merkel determinara la nueva consigna, que los estados apliquen a rajatabla el déficit cero, ya comenzamos a ver las desastrosas consecuencias de ese dogma de fe neoliberal: mutilación del estado social conocido, asfixia de una población condenada al empobrecimiento progresivo y gripaje de la economía real.

Basta ver las orejas al lobo, y eso que éste ni siquiera ha asomado el hocico, para que surja un estéril debate sobre la necesidad de adoptar políticas de “estímulo y crecimiento”. Más de lo mismo, porque la medicina ante una metástasis de desregulación financiero-económica no sirve de nada. O cambiamos del todo o las medias tintas sólo prolongarán una agonía irreversible. 



¿Es la respuesta el decrecimiento? ¿El crecer menos para vivir mejor? El escritor Vicente Honorant afirma lo siguiente: "El decrecimiento es una gestión individual y colectiva basada en la reducción del consumo total de materias primas, energías y espacios naturales".

Por vez primera en la historia de la humanidad, existe una serie amenaza de colapso y derrumbe. A la crisis global económica (pese a estar desigualmente distribuida, todo hay que decirlo), se le suma una crisis de recursos energéticos y la más grave, una crisis medioambiental monstruosa ¿O es que nadie se acuerda ya del calentamiento global, cambio climático y demás secuelas que comienzan a sucederse en el planeta?

El movimiento decrecentista emergió hace ya una década. Sus seguidores e ideólogos suelen ver sus aspiraciones como un trayecto a seguir más que una meta a cumplir. Abogan por fijar un decrecimiento progresivo de los ritmos frenéticos de consumo, energético y material hasta niveles razonables, que los mismos se engranen con la natural gestión de los residuos y producción de los recursos para después continuar con una etapa plana –acrecimiento le llaman, y que permita que las personas cubran sus necesidades básicas.

El decrecimiento se ha ido extendiendo por todas partes. Cada vez, son más las comunidades, grupos o individuos que abrazan este credo articulado en la sostenibilidad y calidad de vida. Hay gente como Carlos Taibo o Serge Latouche que han escrito mucho sobre este movimiento y sus implicaciones. 

Las 8 R
Latouche propone un sistema de soluciones bajo el prefijo “re-”, que denota repetición o retroceso, a los que ha nombrado como los pilares del decrecimiento o el modelo de las “8 R” y que son los siguientes:

-Reconceptualizar. Encaminado sobre todo a la nueva visión que se propone del estilo de vida, calidad de vida, suficiencia y simplicidad voluntaria ya mencionadas.

-Reestructurar: Adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores, como por ejemplo, combinar ecoeficiencia y simplicidad voluntaria.

-Relocalizar: Es un llamamiento a la autosuficiencia local con fines de satisfacer las necesidades prioritarias disminuyendo el consumo en transporte.

-Redistribuir: Con respecto al reparto de la riqueza, sobre todo en las relaciones entre el norte y el sur.

-Reducir: Con respecto al cambio del estilo de vida consumista al estilo de vida sencilla y todas las implicaciones que esto conlleva.

-Reutilizar y Reciclar: Se trata de alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el consumo y el despilfarro.

Como toda corriente de pensamiento advenediza, el decrecimiento precisa de seguir tomando cuerpo y forma. Afortunadamente, la barbarie económica, la inoperancia de las medidas de austeridad y el desplome del nivel de vida de mucha gente, está fermentando una masa crítica de personas para hacer de este movimiento un futurible sistema global. Por tanto, decrezcamos para vivir mejor. No queda otra. 


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